Caperucita, ilustración y vanguardias
“Bastan cinco palabras -niña, bosque, flores, lobo, abuela- para que cualquier persona de nuestra sociedad evoque y responda: Caperucita Roja.” Gianni Rodari
Caperucita Roja es quizá el cuento de hadas más conocido y recordado. Todos nos hemos encontrado con él alguna vez, ya sea leído, escuchado o representado.
De este encuentro guardamos en la memoria las imágenes y sensaciones que alguna vez nos produjo el cuento. Con Caperucita hemos sentido el miedo y la soledad, y hemos conocido un mundo grande lleno de peligros con los que un pequeño debe convivir.
Caperucita nos habla de cuestiones que forman parte de nuestra vida y nos preocupan a todos. Como buen clásico, el cuento se reinventa continuamente en cada autor y genera un imaginario muy personal que merece la pena analizar.
Este artículo propone un recorrido por el cuento a través del trabajo de varios ilustradores actuales. En todos se observa la influencia de movimientos artísticos, como el Impresionismo y las Vanguardias históricas.
1. HABÍA UNA VEZ UNA NIÑA CON UNA CAPERUZA ROJA
Este es el comienzo del cuento. Todo al principio es tranquilo y feliz. Se trata de una niña preciosa que vive con su madre cerca de un bosque. Caperucita es ingenua, vital y optimista.
Así retrata Bernadette Watts (1) a Caperucita, en medio del bosque, rodeada de flores y llena de color. Apenas hay línea. Los colores se juntan y se superponen unos con otros. El paisaje es el protagonista, igual que en los cuadros de Monet. El bosque es grande, Caperucita es pequeña, casi un elemento más del paisaje. Me imagino a Bernadette trabajando en medio de ese bosque tal y como lo hacían los Impresionistas, à plein air, dibujando ese instante concreto.
Ese instante en el que la niña ingenua atraviesa el bosque con lobos. Viene desde arriba, donde hay luz. Gradualmente en el bosque la luz va desapareciendo. Todo se oscurece.
2. CAMINO HACIA CASA DE LA ABUELA
Es un día soleado para caminar. La niña va muy alegre. Su cara es una bolita blanca como el sol. Los colores son cálidos e intensos y están utilizados con una gran carga emotiva. Parece que la ilustración estuviera pintada a partir de un fondo rojo, es el rojo del peligro y de la advertencia. Además, en el camino hay unos cipreses oscuros que parecen llamas y sugieren de nuevo una amenaza, la muerte.
Eric Battut (2) nos remite a Van Gogh en esta ilustración, en un concepto muy similar de paisaje: el cielo tan luminoso y removido, el amarillo de los campos de trigo de Arlés en Provenza, la sencillez en las formas, la representación más bien plana de los objetos, el sol como una fuerza regeneradora en un lugar destacado, la energía en la pincelada y la expresividad.
Caperucita sigue siendo pequeña en medio del paisaje amenazante. Es un camino largo, su casa queda al fondo en el horizonte, cada vez más lejos.
3. ENCUENTRO CON EL LOBO
En el bosque de Miguel Calatayud (3) Caperucita se encuentra con el lobo. Es un bosque que atrapa por su aparente complejidad.
En el trabajo de Calatayud destaca la importancia de la geometría, la línea y el color. Son imágenes que atrapan por su aparente complejidad llenas de detalles y elementos desdoblados. Así se percibe en este caso: Los troncos, las hojas, la niña y el lobo aparecen fragmentados, quebrados. La línea es rigurosa, clara y rotunda. El cuidadoso trabajo con acuarelas le aporta al color una vibración especial, con múltiples matices y gradaciones del mismo tono que separan los diferentes planos del dibujo.
En este aspecto formal, Calatayud recuerda a los lienzos futuristas de Gino Severini en los que se pintan ambientes nocturnos, alegres y luminosos con rigor constructivo y fantasía inventiva. Severini juega con el movimiento de curvas vibrantes, pequeñas figuritas y el uso de tipografías. De manera similar a los futuristas, esta ilustración sugiere movimiento. Es posible imaginar a la niña caminando con decisión y sin miedo, inconsciente del peligro en la boca del lobo.
Los detalles están perfectamente descritos: la cesta, las caras, los dientes del lobo, los lazos de la capucha que tiene, además un juego muy interesante con una R, de roja, que marca a la niña el peligro y la advertencia.
4. EL BOSQUE
Caperucita se entretiene en el bosque mientras el lobo corre a casa de la abuela. Es un bosque curioso el que describe Pablo Amargo (4). Se trata de una estampa urbana en un día lluvioso. Hay una niña con paraguas y abrigo rojo que juega con los arcos de la ciudad, imitándolos, de forma que parece que el paraguas fuera dibujando los arcos o que los arcos sólo tienen sentido si son atravesados por el paraguas. Es su bosque, con el que la protagonista Caperucita se distrae, juega y se protege.
Arriba surgen paraguas que caminan solos, nadie los lleva. No sabemos si los paraguas llueven como las gotas o nacen de la ciudad; en cualquier caso, es una contradicción que sirve de juego, ilusionismo. El bosque de la ciudad tiene algo de magia, de enredo, de distracción y de juego. Son paradojas, inteligentes juegos visuales con los que juega Amargo, al modo del surrealista Magritte. Imágenes en las que hay una aparente contradicción o sinsentido real, que cobra sentido gráficamente para ilustrar una idea.
5. EL LOBO ENTRA EN CASA DE LA ABUELA
El lobo llega y con él llega el silencio, la soledad y la amenaza real.
Chiara Carrer (5) dibuja un espacio lleno de sombras y un lobo. La sombra del lobo se confunde con el camino a la casa, y los árboles con sus propias sombras. Parece que en el bosque no hay nadie más que el lobo, no se oye nada y el tiempo parece suspendido. Los árboles están dentro y fuera de la casa. Entran con el lobo y la casa se llena de sombras, porque son árboles y sombras a la vez. Es un espacio abrumador, la casa es desproporcionada y la perspectiva es extraña, como en los lienzos de Giorgio De Chirico.
De Chirico pinta misteriosos espacios urbanos, ambientes sombríos con el fin de crear espacios sugerentes en los que el observador contribuya a crear el sentido definitivo de lo que se representa.
De Chirico y Chiara Carrer renuncian a los detalles y no cuentan sólo lo que la percepción directa nos da. A cambio sugieren; aparece un presentimiento, el miedo y la incertidumbre.
6. LA PUERTA ESTABA ABIERTA
Caperucita enseña lo que hay detrás de la puerta. Es oscuro y tan grande como ella. La niña no sabe lo que ocurre, así que no se asusta.
Marc Taeger (6) nos ofrece una ilustración hecha a la manera de dibujar de los niños, sin preocuparse por lo formal, presentando lo que tienen delante sin ataduras. La línea es contundente, espontánea y muy expresiva. Los colores son intensos. No hay proporción entre los tamaños, ni una representación clara del volumen porque predomina la línea. En la oscuridad de la casa aparecen dibujadas todas las cosas que hay dentro (el gato, la mesa, el jarrón con las flores, la botella…) porque es así es como lo dibujaría un niño. Dibujaría pintando lo que tiene más cerca, empezando por lo que más le llama la atención, enseñando lo que le pasa y lo que siente aunque no sea consciente de ello.
Caperucita nos muestra con total naturalidad el peligro que hay dentro de la casa. El lector lo entiende, ella no.
7. ¡QUÉ BOCA TAN GRANDE TIENES!
Caperucita tiene al lobo disfrazado delante de ella. Tan cerca y tan grande que no es capaz verlo. Pero nota algo extraño y por eso pregunta. Y pregunta de forma ingenua, provocando al lobo. Hay miedo y mucha tensión porque Caperucita está en la boca del lobo.
Adolfo Serra (7) nos ofrece una composición diagonal, que divide el espacio en dos. Por un lado, el espacio en blanco representando el vacío, la nada o quizá la vida que va desapareciendo. Por otro lado, la oscuridad presentada con trazo suelto y caótico que recuerda el trazo de Egon Schiele o Kokoschka. Es un trazo nervioso y seguro, lleno de grises y negros.
En la imagen destaca en rojo la figura de Caperucita caminado sola por la boca del lobo. Así la vida entra en tensión constante con la muerte, como en las acuarelas de Schiele. Hay soledad y miedo, ruido y tormento. Igual que Kokoshka convierte sus lienzos en la expresión de un estado de ánimo o una sensación, el trabajo de Serra en Caperucita Roja captura y sugiere sensaciones que el lector se encargará de interpretarlas.
8. EL LOBO SE COME A CAPERUCITA
Finalmente el lobo grande, fuerte y poderoso se come a la niña que es pequeña, ingenua y pizpireta. Caperucita cae en el engaño, se deja seducir y se deja comer.
Taro Miura (8) muestra una irónica imagen en la que se aprecia la influencia de artistas de la vanguardia rusa como El Lissitzky, por lo menos, en un plano formal. La imagen está resuelta con dos colores, negro y rojo, de mucho contraste entre sí. Son tintas planas, sin ninguna gradación tonal, de forma que el volumen no se representa. Es un dibujo de masas muy geométricas en el que apenas hay línea.
Al igual que en el caso de Adolfo Serra, la composición basada en una diagonal le confiere a la imagen mucho dinamismo y tensión. Imagen equilibrada, de gran simplicidad y eficacia, de las que captan la atención y perduran en la memoria. Es cruel y dura. No cabe escapatoria posible. La idea está clara. El lobo, una masa grande negra que ocupa casi toda la página, se come a la pequeña. Taro Miura no trabaja en este caso con la sugerencia o el presentimiento. Cuenta la tragedia sin rodeos, directamente. Sin ninguna duda.
9. EL CAZADOR
El cazador cambia el destino final de Caperucita y su abuela. Él es quien raja la barriga del lobo y las libera.
Con un fondo completamente negro, Kveta Pakovska (9) describe la oscuridad en la que están metidas las dos. Contrastando con ese gran fondo surgen varios elementos en los que reconocemos al cazador, la casa y dos árboles, o quizá, dos figuras humanas casi enterradas en el suelo. Arriba hay algo parecido a un rayo de luz. Hay solución para ese desastre, no todo está perdido.
Kveta Pakovska, sin abandonar la referencia a la realidad, utiliza un lenguaje con signos geométricos que tiene mucho de poesía y de juego. Sus ilustraciones de vivos colores, ritmos y texturas son misteriosas. Incluso a veces, la ilustración produce sonidos como en este caso, en el que es posible imaginar los ronquidos del lobo, los ruidos en el bosque de insectos o pájaros, los pasos del cazador. Ella afirma que sus libros se pueden leer con los cinco sentidos.
El trabajo de Pakovska tiene mucha influencia de la obra de Wassily Kandinsky, Paul Klee o Joan Miró. Los tres artistas llevan al observador a un mundo muy particular entre figurativo y abstracto, en los que el objeto va perdiendo poco a poco su identidad naturalista. A cambio el color, la geometría, el ritmo y la música ganan dominando la imagen.
10. CAPERUCITA Y LA ABUELA SE SALVAN
Por fin, el lobo ha desaparecido. Abuela y nieta se han salvado. El peligro se ha ido y se quedan solas. Llega la tranquilidad.
Carmen Segovia (10) ilustra el final de Caperucita con esta imagen silenciosa, en la que las dos miran hacia una ventana por la que entra mucha luz. Están tranquilas, descansan después del susto. Al verlas, parece que las espiamos a través de la cerradura o que las viéramos actuar en una obra de teatro. Existe una distancia con el lector que no participa con ellas de ese momento.
Este trabajo de Carmen Segovia recuerda a los lienzos de Hopper o Andrew Wyeth. Son pinturas en las que los retratados no miran al lector; en los que las mujeres resultan casi anónimas, a pesar del realismo con el que están pintadas; en las que hay melancolía y una sensación de pérdida, de vacío.
Hopper busca un equilibrio formal absoluto, como en este caso. La composición perfectamente centrada proporciona una sensación de quietud y de paz. Las dos parecen frágiles, son humanas pero ahí están, sanas y salvas, mirando el mundo que queda fuera. Ese mundo al que saldrán de nuevo, y que ahora tiene otra luz.
EL FINAL O LA CONCLUSIÓN
El artículo analiza la influencia de algunos movimientos pictóricos pero, evidentemente, no son los únicos. La arquitectura, la escultura, el cine, la fotografía, la literatura, las artes escénicas… son otros referentes que manejan los ilustradores y se reflejan en sus dibujos.
Estas Caperucitas muestran el bagaje cultural de cada ilustrador y reflejan su mirada única y personal. Sus dibujos aportan una lectura original del cuento, reinventando la historia y el mundo en el que se desarrolla.
En definitiva, un trabajo muy interesante el de cada ilustrador, que forma parte de su manera de entender y ver el mundo. Los ilustradores observan, estudian, reflexionan, crean, recrean, reinventan y nos aportan estos magníficos trabajos con los que el lector disfruta y enriquece su mundo.
Mª Reyes Guijarro, ilustradora.
Comment
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Alberto Urdiales
Lo que más he admirando siempre de la ilustración es su variedad de enfoques, su valor y la falta de prejuicios visuales; creo que es esta locura de formas la que ha roto el molde del libro infantil y ha conseguido que se introduzca como libro de Arte en las librerías de los mejores Museos. Por tanto, ¿qué quieres que te diga de tu refrescante y motivador artículo? Que se me hace corto…
Te animo, (me gustaría poder exigirte) a que hagas más. Muchas gracias.
Angelines San Jose Sainz
Como dice A.Urdiales ¡¡que variedad!!. Las diferentes propuestas de cada ilustrador son a cual más interesante. Enriquece y aporta mucho a esta profesión. Gracias por este espacio cultural.
Eva
Para mí el libro Infantil Ilustrado tiene gran valor, porque es Arte en sí mismo. La Ilustración se remonta al siglo Xlll, aquellos Libros de horas ilustrados con gran detalle, estética y colorido. Hoy en día la Ilustración en general se inspira más en las corrientes más cercanas a nuestra época. Concretamente los Impresionistas dieron el primer paso a las nuevas vanguardias que se sucedieron después. Destacaría el Art nouveau y como artistas destacados -Alphonse Mucha y Eugene Grasset -. En esta época la Ilustración gráfica adquiere gran importancia. Comentaros que me gustó mucho la exposición de Marta Ponce Delgado, cada cuadro original tiene infinidad de detalles que enriquecen la obra. Si os gusta el colorido, el buen hacer artesanal no os lo perdáis. Marta, nos conocimos en persona en tú inauguración. Enhorabuena por tu exposición y los relatos escritos por ti, que acompañaban cada cuadro. La iniciativa de un blog solo para socios es muy acertada, y supongo que se estrena con el artículo de M.Reyes sobre el cuento tan versionado sobre Caperucita roja. Muy buen artículo Reyes. El otoño arranca con fuerza Apimeros!!!
Seisdedos
¡Felicidades por el artículo, Reyes! Impresionantes tus conocimientos pictóricos… Caperucita, como Alicia, es inagotable.