Ángel de Pedro
Los Ilustradores de APIM (Asociación de Ilustradores)
1. Ángel, después de tu larga experiencia supongo que habrás pasado buenos y malos momentos ¿fueron difíciles tus comienzos? ¿Cómo te moviste al principio?
La verdad es que mis comienzos no lo fueron. Llevaba varios años haciendo comic infantil, guiones y dibujos para una editorial alemana; Barrio Sésamo y cosas así, hasta que empecé a notar cierto cansancio, además no recibía derechos de autor y se publicaban en varios países.
Allá por 1985 hice media docena de ilustraciones, pues sentía ese campo más afín al de la pintura a la que me he dedicado siempre con más o menos asiduidad, y las presenté en la revista La Luna de Madrid, donde publicaron algunas, y a Penthouse donde inicié una colaboración mensual. Un par de años más tarde enseñé alguna de esas ilustraciones en El País y comencé a publicar allí regularmente.
2. Y ahora ¿dedicas tiempo a promocionarte?
Antes, sí. Iba con mi carpeta aquí y allá. Ultimamente mucho menos.
Tengo una Web un tanto desatendida y formo parte de otra junto a varios ilustradores. A veces, cuando el trabajo escasea, como sucede ahora, envío muestras a revistas, etc… Siento que debería ser más constante en ese aspecto; me considero un un mal publicista de mí mismo.
3. ¿Tuviste problemas o encontraste limitaciones a la hora de desarrollar tu estilo personal?
No, ninguno. Decidí ser ilustrador casi de la noche a la mañana. Estaba (lo sigo estando) interesado en las vanguardias del primer cuarto del siglo XX, el arte africano y también por la escuela Bruguera, y de esas influencias fue surgiendo mi estilo. Creo que los ilustradores estamos muchas veces, conscientemente, o no, bajo el influjo de las corrientes artísticas contemporáneas y que, de alguna manera las suavizamos, les quitamos ciertas aristas, haciéndolas mas digeribles al público no especializado al que suele dirigirse nuestro trabajo.
En cuanto a esto del estilo, que muchas veces parece ser la obsesión del que empieza, es algo que viene sin querer en cuanto llevas unos años trabajando, en parte al observar el trabajo de los autores que admiras, y en parte porque uno acaba adoptando las mismas soluciones a problemas diferentes. El estilo es inevitable y en ese sentido lo considero una losa, un amaneramiento, que a veces puede darte el éxito o encasillarte. En la medida de lo posible, y dentro de mis limitaciones, trato de ser versatil y enfocar gráficamente cada proyecto a sus características.
4. Por destacar apenas dos de las ramas en las que te has desarrollado ¿qué destacarías de ilustrar para prensa y qué de ser autor de literatura infantil?
Lo mejor de la ilustración para prensa es que, quizá por estar dirigida a un público adulto, he encontrado en ella el mayor grado de libertad. Allí, en general he hecho siempre lo que se me ha ocurrido, y como he querido. Teniendo un ojo puesto en no traicionar el texto y otro en quien va a leerlo, procurando no quedar bizco. Y en contados casos ha habido algo que haya tenido que modificar, en general con razón. De hecho fue un choque abordar luego trabajos de publicidad en los que me he sentido a veces una simple herramienta en manos del director de arte, acabando a veces por no reconocerme en el resultado.
La ilustración infantil es otra cosa. No hace muchos años que me dedico a ella con asiduidad. He publicado tres cuentos, ahora saldrá el cuarto y estoy metido en otro. Son todos proyectos personales que escribo e ilustro (claro que me gustaría que me encargaran ilustrar textos ajenos), así que cada vez se repite el mismo proceso de pasearlo por las editoriales (bendito seas, email) y esperar que alguna se interese. Un calvario. También los suelo presentar a algún concurso o feria, pues lograr algo; accesit, mención, selección o lo que sea, suele facilitar el interés de los editores. Los cuentos, los planteo intentando conjugar los intereses infantiles, con la expresión gráfica adecuada al tono del cuento. Incluso diría que, de forma más o menos consciente, tengo presentes a los adultos, que tienen unos criterios propios para seleccionar esas obras que luego leerán los niños.
5. Carme Solé en unos congresos afirmaba que necesitaba separar los momentos en los que pintaba de los que ilustraba ¿Cómo es en tu caso? ¿separas tu trabajo artístico de la ilustración?
Alguna vez he intentado dedicar las mañanas a ilustrar y las tardes a pintar, aunque no fueran todas, pero resultó imposible. La urgencia de la ilustración hace ese reparto incompatible. Así que pinto cuando no tengo encargos, lo que supone que a veces tenga que dejar una pintura y retomarla días más tarde convirtiéndose su realización en una especie de coitus varias veces interruptus.
Hace años contemplaba criterios diferentes al abordar una ilustración o una pintura, pero ahora cada vez distingo menos una actividad de otra. Todo se mezcla, y creo que es mejor. De hecho hay pinturas que he utilizado como ilustraciones, e ilustraciones que me han servido para elaborar pinturas.
En cualquier caso, la pintura, al ser una actividad libre y voluntaria creo que me ayuda a evolucionar y a aplicar a la ilustración algunos de sus hallazgos. En el fondo, lo que quiero decir es que me parece fundamental cultivar una obra personal, sea o no pintura, pues contribuye a descubrir nuevos enfoques o perspectivas que enriquecen y hacen progresar tu trabajo.
6. Cuando te llega un encargo ¿Cómo es tu método de trabajo?
Por lo general leo el texto a ilustrar, busco algún concepto o imagen que pueda reflejar su contenido y lo dejo reposar. Cuando el tiempo se echa encima hago varios bocetos y de ellos sale la ilustración. A veces siento que al esperar al último momento para realizarlo hay una cierta presión que me obliga a tomar decisiones sin titubear. Manías. Pero suelo dedicar más tiempo a pensar que a ilustrar.
Cuando el trabajo es urgente desgraciadamente uno recurre al oficio y capea el encargo como puede, por lo que el resultado, en general, suele ser menos reflexivo y más rutinario.
Al bocetar, mi dibujo es en general más convencional y luego todo se reduce a simplificar, sintetizar, quitar y quitar todo lo que no considero pertinente. Si una línea expresa lo mismo que dos, utilizo una.
7. ¿Cómo superas el bloqueo creativo?
Pues eso, con el oficio. Cuendo siento que el concepto que voy a plasmar en una ilustración no esta muy inspirado, procuro que, al menos, esta resulte técnica o visuálmente atractiva.
A veces, cuando quiero pintar y no sé qué, parto de algún motivo que me agrade, aunque me parezca banal, y trabajando a partir de él van apareciendo otros elementos que acaban configurando y dando sentido a la pintura.
8. ¿Cuál ha sido tu encargo favorito?
La verdad es que los encargos favoritos son los que me encargo yo mismo, como los cuentos infantiles. Y, cuando me inicié en esto, los collages que hacía para La Codorniz; era fantástico que se me ocurrieran ideas y luego verlas publicadas en la revista sin que nadie les pusiera peros.
También disfruté mucho con las ilustraciones en Penthouse, para las que tenía un mes de plazo y el lujo que, para un ilustrador que empieza, supone disponer de una doble página. Y algunos trabajos para distintas secciones de El País Semanal en los que ensayaba técnicas y estilos diferentes.
9. ¿Cuál es tu visión actual de la profesión de ilustrador?
El estado actual de la profesión, aunque confío en que sea transitorio, lo veo bastante catastrófico. No puede ser de otra manera cuando lees que, en los últimos cuatro años, han desaparecido en España 132 revistas, 22 diarios de pago, 10 gratuitos y ya no sé cuantas editoriales, televisiones, agencias… Y cuando, los que sobreviven, ofrecen unos precios más bajos que hace quince años.
Pero también debo decir que la de ilustrador me parece una profesión muy gratificante, magnifica y hermosa, cuando puedes vivir de ella, que proporciona unas satisfacciones enormes y una sensación de libertad que pocas actividades profesionales poseen.
10. ¿Dirías que ha cambiado mucho la situación laboral respecto de cuando empezaste?
Claro, por un lado ha cambiado a peor, circunstancialmente, como apuntaba antes. Porque, en otro sentido, la conciencia de pertenecer a un colectivo, las asociaciones, las organizaciones que gestionan derechos, etc…, han supuesto un paso notable respecto a la situación profesional que se daba cuando empecé, y han hecho posible que mínimamente empiecen a respetarse una serie de derechos antes inexistentes, aunque esta actividad diste aun de tener el reconocimiento que disfruta en otros países. Queda mucho por avanzar todavía, pero soy optimista y creo que un ilustrador que empieza hoy va a estar menos desamparado que cuando yo lo hice.
11. Un consejo para los que empiezan en la ilustración…
Sólo se me ocurre aconsejar para que no incurran en errores que yo he cometido. En primer lugar que conozcan y practiquen el mayor número de técnicas posible. Que diversifiquen su trabajo. Que dediquen el tiempo necesario a promocionar su obra dentro y fuera de España. Que se atrevan; que no tengan miedo a ningún desafío nuevo, a hacer las cosas de forma diferente. Y que sepan decir no, (entiendo que esto es ahora dificil) a un trabajo poco valorado o en contra de sus convicciones.
Y lo de siempre, que tengan presente que se dibuja con la cabeza, y por lo tanto que estén al tanto de la realidad del mundo, que no dejen de leer, ver cine, teatro, exposiciones, museos, escuchar distintos géneros musicales, viajar… En fin, que no desatiendan todas esas cosas que acaban configurando una visión propia del mundo, porque, a la larga, todo eso va a quedar reflejado en su trabajo.
Ángel, muchas gracias por participar en nuestras entrevistas a socios y compartir tus experiencias con nosotros. Y al resto de nuestros lectores os invito a navegar:
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