Dia de la Animación: Poco que celebrar

El 28 de octubre se festeja en todo el mundo el Día Mundial de la Animación donde se conmemora la primera proyección animada, “Teatro Óptico”, de Émile Reynaud, en el Museo Grevin de París en 1892.

Teatro Óptico”, de Émile Reynaud

Teatro Óptico”, de Émile Reynaud

Desde hace unos años hemos visto cómo la animación ha ido cogiendo protagonismo en el sector audiovisual. Tanto en el cine como en los videojuegos, los éxitos comerciales, una mayor aceptación del público adulto y el auge de las plataformas digitales con contenido audiovisual, han sido los principales responsables de este reconocimiento de la animación. Motivos más que suficientes para poder celebrar este día, si no fuera porque este “crecimiento” económico no se ve reflejado en las condiciones laborales del sector.

Se producen más proyectos pero se subcontrata más, por lo que los trabajadores sufren más intermitencia, tienen salarios más bajos y viven más periodos de “crunch”.

Muchos pensarán que estamos siendo unos cenizos al no saber ver el vaso medio lleno. Para nosotros, que vivimos la realidad desde el punto de vista del trabajador en España, rara vez ese vaso ha llegado a estar por la mitad, y si alguna vez lo ha estado, entre proyecto y proyecto ha dado tiempo a secarse. Por lo que, aprovechando este Día Mundial de la Animación, queremos compartir con vosotros algunos de los motivos por los que pensamos que no deberíamos entusiasmarnos tanto.

Los problemas del sector:

Hace unas semanas se hizo viral el “crunch” que llevan tiempo sufriendo los trabajadores de  Cd Projekt en su último proyecto. Para quien no lo sepa, el “crunch” es el periodo de tiempo en el que se realizan jornadas con horas extras para solventar retrasos de una producción y poder terminar en las fechas estipuladas. En España tenemos bastante normalizado este periodo en el que en muchos de los casos ni se contempla cobrar estas horas extras trabajadas (cosa ilegal) y, con suerte, podrás disfrutar de una pizza gratis para cenar a modo de compensación. En este artículo ya hicimos una reflexión sobre los peligros de normalizar el “crunch”.

Otro de los problemas que sufrimos es el de la “intermitencia”. Nos hemos acostumbrado tanto a saltar de proyecto en proyecto que el hecho de estar año y medio trabajando en el mismo estudio lo consideramos como “trabajo estable”. Pocos son los afortunados que sobreviven al cierre de proyectos, el resto va de producción en producción, de ciudad en ciudad con el coste personal que esto conlleva. Ni los éxitos que tuvieron el año pasado los estudios españoles con sus proyectos para Netflix, han servido para que éstos pudieran mantener a más del 70% de su plantilla.

Esta “intermitencia” muchas veces se ve agravada por los continuos retrasos que sufren las producciones, lo que hace que tu tiempo de espera para trabajar se prolongue y reduzca tu tiempo de cotización condensado en el “inevitable crunch”. En el caso de los estudios dedicados a la publicidad o vfx, al cocktail de “intermitencia + crunch” habría que añadir el “falso autónomo”. Una figura bastante recurrente (e ilegal) que se producen en estos estudios que necesitan incorporar trabajadores de un día para otro con dedicación plena.

Recientemente ha habido noticias de que grandes multinacionales han comprado estudios en españa para realizar sus producciones. Estas noticias, que pueden ser muy positivas, tienen una letra pequeña que deberíamos leer y que fácilmente las podríamos resumir en el “bueno, bonito y barato” de toda la vida. Estas empresas vienen para reducir sus costes de producción y mejorar así sus beneficios, por lo que suelen condicionar sus producciones a desgravaciones fiscales y para nada están interesadas en que los salarios estén equiparados a otras producciones internacionales con presupuestos similares. Lo malo no es solo que estas empresas te pidan que hagas “Pixar” a precio de saldo, lo peor es que somos nosotros mismos los que vamos pregonándolo a los cuatro vientos como estrategia de marketing, haciéndonos un flaco favor.

Ni que decir tiene lo difícil que es para los trabajadores poder enseñar en sus portafolios el material realizado en estas empresas, a pesar de haber pasado un tiempo desde su estreno comercial. Material, que debido a nuestra condición de “intermitencia”, se hace imprescindible para poder optar a un trabajo en un nuevo estudio. La principal causa de este problema lo tienen algunas de las cláusulas abusivas que podemos encontrar en los contratos, sobre la cesión del trabajo realizado e incluso aceptando la posibilidad de no ser acreditados en la producción del proyecto.

A todo esto le tenemos que sumar los problemas derivados de la crisis provocada por el Coronavirus, que aunque algunos piensen que el sector de la animación sale reforzado al valorar las producciones que estaban en marcha antes de la pandemia, seguro esta incertidumbre económica afectará a futuras negociaciones de proyectos tanto en la inversión como los retrasos que puedan derivarse.

Mientras nosotros nos preguntamos cuántos de estos estudios han cedido los equipos a sus trabajadores para que puedan teletrabajar, o si les están pagando un plus por los gastos derivados del teletrabajo. 

Y para rematar la faena, nuestras compañeras de MIA han sacado un informe donde señalan (entre otras cosas) la poca presencia de mujeres en puestos de supervisión dentro de la industria.

Es necesario actuar.

No podemos seguir con los brazos cruzados mientras una generación entera de trabajadores vive en la incertidumbre viendo como se acerca a la mediana edad donde conciliación familiar y calidad de vida se verán seriamente perjudicados por esta precariedad laboral. Mientras, las empresas responden a estos problemas contratando jóvenes trabajadores recién salidos de escuelas para abaratar los costes de una producción los cuales son capaces de, por juventud y motivación, sufrir eternas jornadas laborales gratuitas para hacerse un hueco en esta difícil industria.

Sabemos que el camino no es fácil, más aún que el coronavirus nos ha aislado con el teletrabajo, pero es fundamental unirnos para hacer fuerza colectiva. Desde Canadá nos llega un hilo de esperanza al ver como compañeros de profesión votaron en un 98% a favor de la creación de un sindicato que les represente para negociaciones con la empresa. Un hito histórico que esperamos contagie a más equipos y trabajadores por todo el mundo.

Aquí en España las empresas con más de 50 trabajadores deberían tener un comité de empresa que represente a sus trabajadores en las negociaciones con el estudio. Es la única forma de garantizar que éstas cumplen con sus obligaciones. Por ejemplo, en una compra de la empresa por una multinacional internacional, vigilará que el traspaso de contratos respete la antigüedad del trabajador y velará también por que no existan desigualdades salariales o se incumplan las tablas salariales pactadas. 

Solos no podemos hacer frente a estos problemas, y no debemos ser ingenuos al pensar que una empresa o un trabajador con un puesto de responsabilidad dentro de la empresa protegerán nuestros intereses, pues, en caso de conflicto, siempre barren para casa. Por eso la lucha colectiva y la creación de grupos sindicales serán la única herramienta posible para labrarse un futuro mejor.

Ha llegado el momento de madurar como trabajadores, no podemos permitirnos dejarlo pasar.

Comando Animación,
APIM

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